El 26 de mayo de 1897, hoy hace 118 años se publicó en Londres una novela de terror que tendría una importància fundamental en el género. Un escritor irlandés de cincuenta años llamado Abraham Stoker fue su creador y la novela se llamaba “Drácula”
“Drácula” es una novela escrita en primera persona utilizando la técnica epistolar, de memorándums y de diarios personales. Aunque se trata claramente de una novela de terror, trasciende los estilemas del género introduciendo tangencialmente temas como la sexualidad, el colonialismo o el papel de la mujer a finales del siglo XIX en la Inglaterra victoriana. Se podría considerar, también, una novela gótica y romántica. Todos conocemos sobradamente al arquetipo del “vampiro” y éste ya existía antes de que Stoker le diera nombre, forma y personalidad. El personaje de Stoker ha tomado innumerables formas en distintos medios: teatro, cine, comics, televisión, etc. perdurando vigorosamente hasta nuestros días.
Bram Stoker bebió de diversas fuentes para su obra, algunas históricas como el príncipe de Valaquia, Vlad Draculea también llamado Vlad Tepes, “el empalador”. Otras de ficción como la “Camilla” de Sheridan Le Fanu o “La tierra más allá de los bosques” de Emily Gerard y también de una novela alemana de autor desconocido llamada “El extraño misterioso”, traducida al inglés y publicada en 1860, en ella ya aparecían muchos de los temas vampíricos que ahora nos son tan comunes: los espejos sin imagen, la estaca en el corazón o la repulsión por los ajos. Drácula es un personaje muy querido por el cine, son incontables las versiones que se han realizado en diversas cinematografías, interpretadas por diferentes actores, desde el “Nosferatu” de Max Schrenk dirigida por Murnau en el año 1922 hasta el “Drácula” de Ford Coppola interpretado por Gary Oldman en 1992, pasando por los más populares y conocidos: Bela Lugosi y Christopher Lee.
El personaje ha experimentado una importante transformación a través del tiempo, aunque algunos de los aspectos que le definen se han mantenido. Drácula siempre ha tenido un componente sexual destacado: los colmillos erectos, el mordisco en el cuello con succión de sangre que consigue captar la voluntad como si se tratara de un éxtasis amoroso, la propia sangre como elemento de seducción.
Entre las muchas variantes que el cine nos ha dado del personaje vampírico, algunas francamente patéticas, hay versiones para todos los gustos, en el Far West, en el espacio y otras de corte paródico, me gustaría resaltar dos versiones diferentes pero muy estimables. Una en clave de humor pero de gran calidad: “El baile de los vampiros” de Román Polanski y la segunda la producida por Andy Warhol y dirigida por Paul Morrissey en 1974: “Sangre para Drácula” en la que llevaba el tema al extremo en cuanto a erotismo y sangre.
Incluimos tres fragmentos del “Drácula” original de Bram Stoker. El primero es la descripción del conde, relatada por Jonathan Harker, la primera vez vez que lo ve. Se puede apreciar que la imagen de Drácula, que todos identificamos, es un personaje más joven, lleva una capa roja y sin bigote, no se ajusta a la descripción del personaje de Stoker: “Dentro, enmarcado en el umbral, se erguía un hombre alto y anciano, de largo bigote blanco, vestido de negro de pies a cabeza, sin el menos toque de color en su atuendo. Llevaba en la mano una vieja lámpara de plata…” El segundo fragmento, también relatado por Harker, nos lleva a un momento de seducción por parte de una de las servidores del conde. Stoker incluía en la obra escenes claramente sexuales, transgresoras para la época en que se publicó: “…pude sentir el suave y tembloroso roce de sus labios sobre la supersensitiva piel de mi garganta, el contacto de dos agudos dientes que la tocaban y se detenían allí. Cerré los ojos en lánguido éxtasis y esperé…esperé con el corazón anhelante” Y en el tercero y último podemos ver a un Drácula, con voz pròpia, airado y amenazando a sus perseguidores: “…las mujeres que todos amáis ya son mías, y gracias a ellas vosotros y otros pronto caeréis en mi poder, seréis mis criaturas, mis chacales para satisfacer mis caprichos y mi apetito…”
